Pura fiesta pop. Unas 12.500 personas reunidas en el Jockey Club de Asunción vivieron con euforia el primer concierto del cantante puertorriqueño Ricky Martin en Paraguay, en más de 15 años. Un show de gran factura técnica y enorme energía artística en el que supo dejar en claro su condición de ídolo pop.
Alrededor de las 20:45 de la noche el grupo paraguayo de pop La Fruta Prohibida se encargó de hacer entrar el calor al público con su particular estilo de “circo musical”.
Marcos Kasanetz (voz), Juan Ángel Alfonso (bajo), Joseca Talavera (percusiones), Miguel Alfonso (bateria), Bentrón (güiro y cencerro), Pacita Diez Perez (teclado), Julio López (guitarra), Osvaldo Gaona (timbales) Will S. (trombón), Diego Lugo (trompeta) y Mar Perez (trompeta) regalaron al público una presentación de unos 15 minutos de duración.
Tras la presentación de La Fruta Prohibida, el escenario quedó de nuevo vacío, mientras el sistema de sonido del espectáculo amenizaba con una diversa selección de música pop la espera por el artista boricua cuya gira “Música + Alma + Sexo World Tour” ya había pasado por Uruguay y Argentina en estos días.
Finalmente, alrededor de las 22:00, el telón que cubría el escenario desapareció revelando una estructura metálica desde la cual el mismo Ricky Martin –en una atractiva puesta de juego de luces– se dejó ver por primera vez en la noche. Con la frase “¡No tengas miedo, Asunción!”, el cantante arrancó los gritos de miles de fans, mientras cantaba desde lo alto, entre varios bailarines y acompañado por un juego de luces de primera categoría, la canción “Será será”. “¡Asunción, te quiero!”, exclamó el cantante.
Lanzándose de su plataforma a los brazos de más bailarines en el escenario, Martin continuó el espectáculo con “Dime que me quieres” ante un público cuya euforia crecía con cada enérgico movimiento del cantante que el brillante juego de luces acentuaba, con coreografías bien coordinadas y una estética “motociclista”.
“Déjate llevar” fue la tercera canción en el repertorio de un Ricky Martin que en todo momento hizo gala de su innegable carisma e interactuó constantemente con el emocionado público, pidiéndole en varias ocasiones que lo acompañe en el canto, y dedicándole sonrisas y gestos de saludo de manera continua.
“Buenas noches, Asunción ¿Cómo estás?”, saludó el artista provocando una explosión de gritos por parte de la concurrencia, ante la cual prometió en ese punto “con el corazón en la mano” que iba a “dejar alma y piel” en el escenario por dar un gran espectáculo.
“Esta noche va a estar divertida, va a hacer mucho calor en el escenario”, fue la promesa del cantante para el público.
Con la dirección artística de Dago González, visuales realizados por Carlos Pérez, la dirección musical de David Cabrera y un vestuario diseñado por Giorgio Armani, el cantante ofreció con “Música + Alma + Sexo” un verdadero espectáculo pop en el que la energía, la música, el baile y los efectos visuales hicieron del concierto una verdadera fiesta.
La balada “Vuelve” arrancaba suspiros, cuando de nuevo Martin se vio acompañado en su canto por un emocionado coro de miles de personas, a las que incluso complació repitiendo una vez más de la cuenta el verso final de la canción, tras la eufórica participación del público que no dejaba de pedir más. Y el cantante estaba ahí, para complacerlos con mucho. Era el tercer cambio de vestuario del artista, y la complicidad con el público se mantenía y crecía.
La buena voz, el carisma y la interacción con el público pusieron en evidencia que el artista llegó a la cumbre de la industria en base al mérito del talento como única condición.
ABC Color - Andrés Cristaldo
Un montaje de video con narración de uno de los bailarines, que contaba su experiencia lidiando con la discriminación debido a su condición de homosexual –“Haber aceptado quien soy me hizo más fuerte”, decía en el fragmento– supuso un breve intermedio en la música, que regresaría unos minutos más tarde con la gran fuerza que solo un “hit” como “Livin’ La Vida Loca” –aquella canción que le abrió las puertas al mundo anglosajón– podría traer consigo. Un nuevo cambio de vestuario –esta vez con saco blanco y camisa negra– eran parte del momento.
Rodeado de bailarines –cuatro chicas y cuatro chicos– y no dejando en ningún momento de recorrer bailando con gran energía el escenario, Ricky Martin continuó interactuando todo el tiempo con su público; el impresionante despliegue técnico solo sirvió para atrapar aún más a un público que ya se hallaba completamente entregado.
En las frases de la canción, el boricua mezclaba los nombres de Asunción, Paraguay y Puerto Rico… y la noche, sí, recién comenzaba.
Otros de los éxitos más movidos del artista como “She bangs” –con movimientos acrobáticos y un Ricky que le pegaba la cola a una chica–, “Shake your bon-bon” –en el que los instrumentos de viento tomaron protagonismo–, “Loaded” –la versión en inglés de “Dame más”– y “María” –aquel himno que data de 1995– pusieron fuego a la fiesta y confirmaron su verdadera condición de ídolo.
El tono cambió de nuevo a uno más lento, cuando Ricky Martin cantó, en una versión rumbera, “Tu recuerdo” a los miles de fans reunidos en el Jockey Club.
“Asunción, ¿cómo la estás pasando?”, comentaba el cantante, quien siguió esta canción con un mensaje para los presentes, anunciando la parte acústica del concierto, con canciones que lo vieron crecer al principio de su carrera, y pidiendo de nuevo al público que lo acompañe.
Los asistentes estuvieron contentos de cumplir con lo que el artista pedía, y corearon sin cesar mientras el puertorriqueño cantaba sus grandes éxitos. “Son las canciones más importantes”, aseveraba el artista.
“El amor de mi vida”, en medley con “Fuego contra fuego” y “Te extraño, te olvido, te amo” acentuaban la complicidad con los miles de fanáticos que disfrutaban de su ídolo después de quince años. Posteriormente la música y las coreografías en el escenario adquirían un tono más sensual, con temas como “Frío” –con una estética sadomasoquista– y “I am” –que propuso un baile entre dos parejas de dos chicos y dos chicas–.
El show continuó con “Más”, haciendo de nuevo gala de su espectacular sistema lumínico que acompañaba perfectamente lo musical. El concierto entró en una etapa más centroamericana, luego de que Martin invitara al público a ir “un poco pa’l Caribe” con “Lola Lola”, y específicamente a su natal Puerto Rico con “La Bomba”.
“¡Puerto Rico y Paraguay unidos por la música!”, exclamó el cantante, con una estética caribeña y una puesta multicolor.
El cantante y sus músicos pusieron al público a bailar entre y sobre sus asientos con “Pégate” –vestido de blanco en un séptimo cambio de vestuario– y “Por arriba, por abajo”. “¡Vamos a mostrar cómo es la fiesta en Paraguay!”.
Pero la apoteosis llegaría con uno de los éxitos más emblemáticos del artista, “La copa de la vida”, aquel recordado himno del mundial de fútbol de Francia celebrado en 1998 y que fue acompañado con gran fuerza por el público, al que el boricua constantemente alentó para que “se oiga”.
“Muchas gracias por la noche marcada por el cariño, por las sonrisas, por esas miradas maravillosa que tiene esta ciudad”, dijo el cantante tras finalizar esta canción, y con una bandera paraguaya en la mano aseguró que “yo no vuelvo a esperar 15 años para volver a esta hermosa tierra, lo juro por mi vida”.
Con un “hasta la próxima”, Ricky Martin y sus cantantes se despidieron descendiendo del escenario en una plataforma, mientras el público pedía más y las luces del escenario se apagaban.
Sin embargo, el portorriqueño complació el pedido del público saliendo una vez más al escenario para cerrar su concierto con su emotivo hit “Lo mejor de mi vida eres tú”, ya en clave de despedida.
“Mucha fiesta, mucho amor, mucha paz. Hasta la próxima”, fue la despedida definitiva de Ricky Martin, quien supo dejar claro que el reencuentro con sus fieles seguidores paraguayos se convirtió en la mejor fiesta pop del año.
Poco después de terminado el reencuentro, tras quince años sin pisar tierra guaraní, el cantante quiso agradecer en guaraní desde su cuenta oficial en Twitter con un: "Aguyjeterei Paraguay".
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